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Editoriales 0 27

Carlos López Arriaga

Eran medio centenar, quedaron tres. El experimento de las candidaturas independientes a la Presidencia avanza entre dudas, huérfano de respeto y con pobres posibilidades de éxito. Larga y fatigosa secuencia de etapas.

De hecho, cuando la opinión pública empezó a familiarizarse con la recolección de firmas, su número y extensión geográfica, la creencia generalizada era que solo MARGARITA ZAVALA y el gobernador con licencia JAIME RODRÍGUEZ, el “Bronco”, alcanzarían la meta.

La nota interesante viene de un tercer jugador, el guerrerense ARMANDO, el “Jaguar”, RIOS PITER, cuyo crecimiento fue más gradual, en buena medida porque se propuso lo que ningún otro. Impulsar el registro de candidaturas independientes de diputados en los 300 distritos electorales.

El “Jaguar” entiende bien la necesidad de contar con bancada propia. Y, en el fondo, al impulsar la formación de un grupo parlamentario independiente, (como bien lo observa JORGE CASTAÑEDA) está constituyendo un partido, aunque no lo llame con ese nombre.

De aquí la paradoja de quienes se autodefinen (de entrada) como una alternativa a la partidocracia y terminan aceptando que poco pueden hacer sin un grupo político geográficamente estructurado como partido.

La experiencia más aleccionadora son los frentazos del “Bronco” al operar sin amarres propios en el congreso de Nuevo León y terminar aceptando que, sin partido, un gobernador y un presidente están solos, a expensas de sus adversarios.

En el plano internacional ya he mencionado el caso del presidente ALBERTO FUJIMORI en Perú, a quien la realidad le asestó lecciones muy duras.

Llegó a la jefatura de gobierno en 1990 y para 1992 ya estaba disolviendo el Congreso, llamando a elecciones parlamentarias y convirtiendo en partido al movimiento cívico que lo llevó al poder (“Cambio 90”).

Aplicado al caso mexicano actual, cabría preguntar cómo piensan gobernar MARGARITA y JAIME en el muy remoto caso de que el voto les favoreciera. Sin presencia en las cámaras, imposible.

A menos que quieran formar desde el poder el partido de los “sin partido”. Lo cuál exige algo similar al autogolpe de FUJIMORI, para regresar al esquema tradicional desechado en un principio.

Puesto que sus posibilidades son mínimas (milimétricas), queda en el aire el verdadero papel de MARGARITA, JAIME y ARMANDO. Sinodales, acaso, de los otros candidatos.

El caso de la señora ZAVALA asomó desde un principio como una expresión de dignidad, cuando renunció a su militancia de décadas, en protesta contra la candidatura de RICARDO ANAYA.

Los medios nacionales y locales manejaron entonces que la exprimera dama le haría un agujero muy grande al panismo, llevándose (decían) la mitad de sus militantes, activistas, operadores, dirigentes.

Hoy constatamos que la expectativa jamás se cumplió. Los desertores fueron relativamente pocos y (para colmo) se hicieron a un lado o, de plano, acabaron enrolándose en el proyecto de TOÑO MEADE, abanderado del PRI. O bien con MORENA.

No está de más reiterar un deslinde básico comentado en esta columna cuando el fenómeno de los independientes empezó a tomar vuelo.

Que solo tendrían posibilidades de éxito (1) donde la gobernabilidad estuviera asegurada, es decir, en las alcaldías, cuyo sistema de planillas permite al jefe de la comuna aterrizar con la mayor parte de su cabildo preseleccionado.

O bien, (2) en puestos donde existe margen para ofrecer resultados sin el abanderamiento de membrete alguno, en base al esfuerzo y el talento individual, como diputados locales, federales y senadores.

A la inversa, las tareas de cualquier ejecutivo (gobernador, presidente de la república) resultan utópicas cuando no hay bancada que apoye proyectos y presupuestos, iniciativas y reformas. Buenos o malos, los partidos son necesarios.

BUZÓN: lopezarriaga21@gmail.com

WEB: http://lopezarriaga.blogspot.com

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