La Pared

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Ricardo Hernández

Hace algunos años, aproximadamente cuatro, veía con un amigo un resumen en DVD, de algunos pasajes del mundial de Mexico 70. Este amigo me decía, “mira la distancia del defensor al encare de Pelé”, observé, y si, confirmé que la marca era inmensa continuamente a la hora del mano a mano con el rey, más de dos metros o tres quizá.

Podía tomar cualquier referencia para demostrar la falta de la “toma de riesgos” en el fútbol de esa época de Pelé hasta hace muy pocos años, donde había pocos jugadores y entrenadores que se atrevían a tomarlos. Pelé era un jugador extraordinario y por eso logró tanto, al igual que Cruyff, Maradona, etc.

En la actualidad, quiero entender por qué sigue existiendo esa postura de no tomar riesgos en el futbol. Hoy los entrenadores en su mayoría, siguen siendo temerosos, miedosos del juego en todos los niveles, categorías y competencias.

Basta solo poner en la mesa dos o tres ejemplos para demostrarlo, claro, habrá muchos que, expondrán lo contrario y estaré de acuerdo con ellos, quizá pondrán un Guardiola, un Kloop que es el de moda, un Zidane quizá, y hasta un Matías Almeida, más local y como digo, estaré de acuerdo.

Pero, observando detenidamente y poniendo los ejemplos, cuantos entrenadores les pesa tanto “debutar un jugador”, ya ni siquiera joven como un Lainez de America o un Jonathan González de Rayados, por el simple hecho de cuidar el trabajo, cuando en la mayoría de los clubes al día de hoy, dar oportunidad a los jóvenes es parte del mismo, también es un resultado. Pero prefieren seguir poniendo infinidad de excusas para no otorgar esa oportunidad ganada en inferiores.

Podríamos hablar de mil formas de no tomar riesgos, desde el entrenador que disfraza o maquilla su forma de jugar colgado del travesaño argumentando “orden”, hasta el entrenador que opta por decirle a sus jugadores “cerca de nuestra área no se juega porque representa peligro, reviéntenla lejos”, luego les platico quien lo dijo.

Así las cosas en el futbol profesional, existe y seguirá existiendo. Por otro lado, en el futbol formativo, no está alejado de los mismos síntomas, es más arraigado, más concentrado el problema.

Muchos entrenadores siguen sin comprender que trabajar (entrenar) con niños y niñas, lo que más sobra es tiempo, para arriesgar, imaginar cosas, entrenamientos, ejercicios, formas de hacer, innovar, crear. Los niños y niñas tienen la misma capacidad de absorber información, como la de tolerar al entrenador errores o equivocaciones a la hora de tomar riesgos, por eso se pueden tomar.

El futbol formativo puede ser tan productivo, si los entrenadores dejan de lado la sobreprotección de jugadores y resultados, y si los entrenadores ponderan y promueven el “jueguen, jueguen y jueguen” a la hora de competir.

Como entrenadores se debe de cambiar el “chip” del excesivo cuidado de la competencia, entrénalos y déjalos jugar. Enséñales además del juego, a cuidar de él mismo y a sus compañeros, muchos niños y niñas pueden, desde su nobleza adquirir ese rasgo de “oficio de futbolista” jugando futbol en todas las zonas del campo.

Arriesgarse a jugar futbol en la cancha deja mucha enseñanza, atrévete entrenador a salir del libro, no tengas miedo que el niño o la niña quieran jugar a ser futbolistas. Si de casa viene con voluntad y valores, el entrenador no debe renunciar a nada, al contrario, darlo todo.

Para lograr el éxito en la etapa formativa de los niños y jóvenes que quieren ser futbolistas en base a los riesgos que se toman es, “saber cuanto tiempo te vas a permitir desperdiciar para lograrlo”.

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