Cena de Negros

Editoriales 0 34

Marco A. Vázquez – Perderle amor al celular

¿A sufrido usted la angustia de no traer datos?, ¿de no poder mandar un whatsapp o subir su foto al feis mientras está en el baño, está comiendo, en el gym o nomás para decirle a la gente que quiere mucho a su bendición?, casi le podría jurar que en un 90 por ciento la respuesta será un sí.

Y allá vamos, a reconocer que esta sociedad está enferma, que se conduce por mal camino y parece que no queremos enterarnos de ello y menos cambiarlo.

Mire, vaya usted a cualquier escuela pública, se va a encontrar que casi todos los planteles tienen aires acondicionados, en casi todos sus hijos beben agua de garrafón, en la mayoría los maestros los cuidan como si fueran propios y que eso le cuesta a usted una cuota de no más de mil pesos al año, si hiciera lo mismo en su casa le saldría el recibo de luz más o menos por la misma cantidad pero al bimestre más los 38 pesos del garrafón, y, con todo y ello, se va a encontrar a padres de familia que se quejan todos los días por lo “caro” de esa inscripción, algunos hasta se amparan para no pagar o nomás nunca hacen el propósito de cubrir ese monto con el argumento de que la escuela es publica y, le aseguro, que ninguno de ellos llora cuando le tiene que poner sus 50 pesos por semana al cel o los cien pesos por los 15 días, menos se quejan del precio de un refresco y jamás les escuchará pujar cuando van a comprar sus promos de caguamas.

Lo triste es que no queremos darnos cuenta que solo en la escuela nuestros hijos van a encontrar el camino del bien, si la terminan o desarrollan talentos en las mismas van a asegurar un futuro feliz y digno para ellos y sus hijos, no nos enteramos que, sobre todo, mantenerlos ahí significará que le arrebatamos mano de obra a la delincuencia.

Los datos, por si no lo sabe, son muy alarmantes en ese aspecto, al ritmo que crece el número de bebedores, fumadores y usuarios de telefonía celular y redes sociales también crece la deserción escolar, la delincuencia juvenil y la pobreza.

Para que se dé una idea, se calcula que en este México lindo y querido más de cinco mil menores de edad abandonan diariamente la escuela, casi un millón al año, en Tamaulipas la cifra es cercana al cuatro por ciento de su población escolar que son muchos.

Exacto, esta sociedad está enferma, parece no darse cuenta que la delincuencia no duerme y acecha a los nuestros, que ya es tiempo de invertirle más tiempo y poquito dinero a las escuelas de los niños y, sobre todo, que ya es tiempo de perderle amor al celular que es lo que nos tiene muy mal, para serle un poquito más claro, es lo que nos tiene bien jodidos porque nos hace preocuparnos del amazonas y rezar muchos padres nuestros por la catedral de Notre Dame pero no nos aterriza en la realidad, en lo que en verdad podemos cambiar como es la educación de los nuestros donde no hacemos nada porque se le da prioridad a cosas sin importancia o, por lo menos, en las que nada podemos hacer…

Los gobiernos nos necesitan, urge ya no dejarlos solos por dos cosas, la primera para que no se sigan despachándo solos y con la cuchara grande, la segunda porque gran parte de el camino a la paz se recorre en casa.

Empieza, si, con participar en la educación de los niños pero también tiene mucho que ver con nuestra participación política, en elegir bien a nuestras autoridades, sobre todo, para respaldar lo bueno, proponer en las dudas y apoyar cuando las cosas vayan mal.

Un ejemplo claro es lo que ahora pasa en los programas y proyectos de seguridad, el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca le solicitó al gobierno federal mayor participación, que cumpla con su responsabilidad en enfrentar el delito del fuero federal, la propuesta causó controversia, los panistas de inmediato salieron a apoyar la misma, los morenos acusaron de todo al gobierno estatal y, en medio, jodido el pueblo y todo es en razón a que no le gusta la política, no se mete en los temas torales del país.

Lo ideal habría sido que todos los tamaulipecos nos uniéramos para que se haga real la petición de enfrentar a los violentos, en exigir que se haga más trabajo por la paz como lo demanda el gobernador del Estado, luego de eso discutir, pedir cuentas a unos y a otros, necesitamos olvidarnos de colores por el bien nuestro, pero sucede que este pueblo no está educado, precisamente, por lo que le comentaba líneas arriba, por eso nos engañan fácilmente y nos hacen creer que unos u otros son los buenos o los malos para olvidarnos del tema central que es acabar con la violencia y decirles a ambos que tendrían que cumplirnos, eso sí, luego de aportar nuestra parte.

Hay que perderle amor al celular para aportar en las escuelas y llevar a nuestros hijos a la paz o, mejor aún, a la felicidad que solo se logra con la libertad que da el conocimiento, un empleo digno y políticos de altura que no discutan el color de las propuestas sino la razón de las mismas y como solucionarlas.

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