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Carlos López Arriaga – El poder del número

Existe un umbral en la dimensión de cualquier protesta después del cual, la valoración cambia, las descalificaciones se anulan y su importancia queda validada.

Cierto es que el gobierno de LÓPEZ OBRADOR subestimó la combatividad de la movilización femenina pese a que (1) fue anunciada con antelación suficiente, (2) SEGOB tenía elementos de sobra para saber que resultaría tumultuaria y (3) sería un evento muy periodístico, sumamente atractivo para la cobertura de medios nacionales y extranjeros.

Cabe la cita histórica. Al respecto, importa recordar cómo se modificó la percepción del gobierno foxista en el año 2005, cuando la multitudinaria protesta de la izquierda contra el desafuero de AMLO rebasó cierto umbral numérico.

Cuando los propios mandos armados de foxismo hicieron sus cálculos para diagnosticar que (de consumarse el desafuero) sería imposible devolver a la gente a sus hogares, salvo con una represión brutal.

Mejor aún, se lo dijeron con la suficiente firmeza al presidente. Este lo entendió y ordenó al entonces titular de Gobernación SANTIAGO CREEL, retirar la demanda, permitirle a LÓPEZ OBRADOR reanudar sus actividades como Jefe de Gobierno y ser candidato al año siguiente.

Igual pudiera (y hasta debiera) ocurrir hoy día ante la contundencia de la protesta feminista que logró impactar a toda la geografía del país y, muy particularmente, a la capital mexicana.

Imágenes que dieron vuelta al mundo pero sobre todo (y esto no debe subestimarse) fueron vistas con especial atención en toda la provincia mexicana. Tomaron nota las mujeres de ciudades, pueblos y rancherías.

Fue una demostración de fuerza que el presidente y su equipo de asesores deben forzosamente aquilatar, ponderar, medir, para los años que vienen.

No dan lugar a dudas las imágenes tomadas desde drones por el equipo de CARMEN ARISTEGUI y también los videos a ras de tierra que llegaban desde el Monumento a la Revolución, el Hemiciclo a Juárez, la avenida Madero y, desde luego, la plancha del Zócalo.

Solo una mentalidad paranoica y ciega podría decir que “grupos oscuros” conspiraron desde trincheras partidistas o sótanos empresariales para que ello sucediera.

 

CAUSA PLURAL

La indignación por los feminicidios es un sentimiento generalizado que no hace distingos de partidos, entre otras razones porque los depredadores tampoco lo hacen.

Ciertamente, de manera abierta hubo participantes que podrían ser identificados con el Partido Acción Nacional, el PRI, el PRD y otras organizaciones políticas. En ejercicio pleno de sus libertades, muy en su derecho.

Sin embargo, el verdadero “punch”, el innegable brazo fuerte que afloró y otorgó sustento a dicha movilización tumultuaria jamás descansó en apoyo alguno de organismos o membretes.

La inconformidad es real, tiene raíz genuina, válida y eminentemente popular. Lo cual va más allá de sus compañeros de ruta.
Incluso más allá de los habituales convidados de piedra, esos grupúsculos anarquistas que siempre se aparecen en cualquier lugar donde la gente se reúna. Y no de ahora, desde hace medio siglo, por lo menos.

Quemas, cristalazos, agresiones, pedradas, botellazos, pintas, rayones contra monumentos y edificios históricos ni son algo nuevo, ni representan el sentir de la mayoría.

Los operadores de MORENA (como antes del PRD) saben que dichos grupos ultras tarde o temprano se presentan con su radical ferocidad.

Marchan los contingentes desde las ciudades perdidas del Vaso de Texcoco o la vecina Ciudad Netzahualcóyotl. Operan con una subcultura organizativa propia y códigos de operación que han desarrollado por generaciones. Y, desde luego, les anima un profundo (no justificable, pero si comprensible) rencor social.

 

RAÍCES DEL MAL

Desde Palacio Nacional, el gobierno obradorista culpa grupos de interés y partidos, neoliberales, fifís, conservadores, reaccionarios, todos ellos englobados por AMLO en el mote de “nuestros adversarios”.

Aunque en fuentes contrarias se insiste con igual vehemencia que los grupos radicales habrían actuado con apoyo y protección del propio gobierno. ¿A quién creerle?

Las redes nos muestran videos con mujeres de rostros enmascarados descendiendo de camionetas policiacas tipo panel. ¿Pero esto prueba el apoyo oficial?

La posibilidad es la misma si pensamos que se trata de manifestantes detenidas en ruta de traslado a la respectiva delegación.

Más allá de cualquier tesis conspirativa, es la voz de la miseria crónica la que habla por dichos grupos de muchachas incendiarias, irreductibles, contestatarias.

Cito datos de Evalúa-CDMX, organismo público descentralizado que mide la eficacia de los programas sociales, equivalente al CONEVAL, pero en la ciudad de México.

En su estudio del año pasado (agosto, 2019), reportó que el 51% de los capitalinos vive en pobreza y un 17% en pobreza extrema.

Cifras que podrían ser todavía más dramáticas si pensamos en las comunidades conurbadas que (siendo vecinas) políticamente pertenecen al Estado de México. Estas también marchan.

Oiga usted, para una megaurbe que ya sobrepasa los 22 millones de personas, el citado 17% de habitantes en pobreza extrema (ojo al dato) representa alrededor de tres y medio millones.

Cifras más, cifras menos, el equivalente a la población total de Tamaulipas.

BUZÓN: lopezarriaga21@gmail.com

WEB: http://lopezarriaga.blogspot.com

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