Argentina gana su tercer Mundial tras perder en 1990 y 2014

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Texto tomado de El País

Tres Mundiales renunció a jugar Argentina (1934, 1950 y 1954), tres estrellas luce ahora como campeona. En uno se quedó fuera a pesar de su deseo de participar, la liquidó Perú en un histórico partido en La Bombonera, un drama para un fútbol que coleccionaba mitos de puertas adentro, pero era incapaz de mostrarlos en el exterior. Hasta que llovieron papelitos en plena dictadura militar y con el sátrapa Jorge Videla en el palco, Mario Kempes llevó al país a la gloria futbolística con dos goles en una final ante Holanda que pudo cambiar de signo con un remate al palo de los oranje justo antes de que los contendientes enfilasen la prórroga.

Maradona, un adolescente, fue uno de los últimos descartes de aquel equipo de 1978 que pilotaba desde la pizarra César Luis Menotti y que abrió un debate mundial cuando, ocho años después, Carlos Bilardo llegó a la segunda estrella con un libreto opuesto. Pero aquel fue el Mundial de Diego.

Desde entonces, repetir título se convirtió en una obsesión en Argentina, más cuando Leo Messi llegó mediada la primera década de siglo para anunciar su reinado en el fútbol mundial. Antes lo había intentado hasta dos veces más Maradona, desdichado en la final romana de 1990 contra Alemania (2-1), eliminado por dopaje en Estados Unidos, su última bala. Rumania dejó fuera de combate a sus compañeros, con el astro ya fuera del Mundial. En 1998 el verdugo fue Dennis Bergkamp y en 2002, en pleno corralito y en un estado emocional próximo al delirio, llegaron como favoritos al título junto a Francia y se pegaron el batacazo, ambas selecciones, en la fase de grupos. Aimar, Ayala y Samuel, los consultores de Lionel Scaloni ahora en el banquillo, estaban allí. También Riquelme, Batistuta, Simeone, Ortega o Zanetti, con Marcelo Bielsa al frente.

La decepción fue inmensa. Pero llegó Messi y renació la fe. En Alemania 2006 las fuertes jerarquías en el equipo le alejaron del minutaje que merecía, también algún contratiempo físico. Alemania les apeó en una tanda de penaltis en cuartos de final. Sudáfrica, con Maradona al frente del equipo, profundizó en el estado de ansiedad. Otra vez Alemania fue la piedra en el camino, pero esta vez con una goleada inapelable (4-0). En Brasil 2014, de nuevo los germanos en el camino, tomándose algo así como una eterna revancha del 3-2 que le dio el triunfo a Argentina en México 1986. Esta vez en el duelo decisivo vencieron los alemanes en la prórroga.

En Rusia, el tropiezo llegó en octavos de final contra Francia, en la eclosión de Mbappé. La persecución de la tercera estrella, la que iba a poner a Messi en el mismo altar que Maradona, llegó hasta el desierto. Y allí apareció un portero, Emiliano Martínez, que ya había sido decisivo en la Copa América de 2021, el primer gran triunfo argentino desde que en 1993 se llevó el máximo título continental. Casi tres décadas de sequía han culminado en este último tiempo, el del epílogo de Messi, en un maravilloso desparrame. Argentina ya tiene tres estrellas mundialistas.

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