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Carlos López Arriaga – ¿Y el general dónde?

Presentado el proyecto para la remodelación de la avenida MADERO (la Alameda, el 17), sorprende la decisión adoptada respecto a la estatua del general PEDRO JOSÉ MÉNDEZ.

Frente a los trazos audaces del nuevo diseño ornamental, la decisión es que el monumento al mártir de Tantoyuquita permanezca en su sitio.

Ello, pese al clamor que varias generaciones de victorenses han manifestado en torno a su disfuncional ubicación actual, sobre la perpendicular del 17 Carrera Torres.

En las últimas décadas han circulado entre la opinión pública al menos cuatro o cinco propuestas. Diferentes entre sí, todas coinciden en que la figura ya no debe estar ahí.

Por elemental sentido práctico, representa un tapón para la vialidad de la zona. Pero también por respeto al héroe tamaulipeco.

Igual si es triunfo de la selección nacional o del Correcaminos, la celebración futbolera ha convertido esa glorieta en santuario obligado del ritual festivo.

La envuelven entre vítores y porras. La circundan a pie y en vehículos; en cualquier rato le cuelgan una prenda femenina al espadín, botellas de cerveza decoran el cañón y la rueda de carreta. Algún sombrero de paja, por ahí.

Durante el gobierno del ingeniero AMÉRICO VILLARREAL se planteó la posibilidad de subir el monumento a la banqueta del centro deportivo contiguo, ahí donde luego pusieron los brincolines.

Se acarició la idea de un hemiciclo gemelo al de los Niños Héroes, en la perpendicular opuesta, la del 17 Rosales.

Una idea más apuntaba hacia el pasaje peatonal entre el 16 y 17 Hidalgo, ahí donde se levantó cierta extravagancia geométrica que el humor popular bautizó como “monumento al Webberson Club”.

Alguien más propuso que, por lógica elemental, el general MÉNDEZ debía estar en el paseo que lleva su nombre. Parque y estatua honrarían al mismo héroe.

Igual se ha dicho que don PEDRO JOSÉ podría encontrar espacio propicio en la explanada frente a Palacio de Justicia.

Y también en la rotonda de reciente creación ubicada en el cruce de la avenida Tamaulipas y el libramiento Naciones Unidas.

Otro aspecto interesante tiene que ver con el tamaño de su pedestal. Caso excepcional, la Columna de la Independencia ubicada en la Plaza de los Héroes del 22 Hidalgo, en buena medida impacta, luce y gusta gracias a su altura.

En efecto, algo ocurre en el arte monumental de esta ciudad donde predominan los basamentos chaparros y una tosca rusticidad que raya en el abandono.

Ejemplos de ello son los llamados hombres ilustres en la avenida del mismo nombre, montados con lamentable pobreza imaginativa, sobre áridos bloques de concreto, hoy sucios, erosionados.

Ello, sin el menor esfuerzo decorativo y con una elevación precaria que los confunde entre el entorno arbolado, los camellones polvorientos, matorrales y basura.

Se pierden de vista las figuras, amén de haber reportes sobre daños sufridos en sus placas alusivas. La gente sigue preguntando quienes son.

Acaso uno de los factores que permiten admirar el Monumento a la Independencia en la capital mexicana es que su emblemático ángel es visible bastantes cuadras antes de llegar al punto donde concurre la Avenida Reforma con las calles de Tíber y Florencia.

Guardadas las debidas proporciones, a nuestra querida Alameda victorense y sus trece cuadras que separan al Estadio del Paseo Méndez, le haría falta algo así.

Una figura distintiva que sobresalga de la fronda, otorgue personalidad a la zona y pueda ser apreciada a la distancia.

El caso es que Victoria no parece haber superado todavía su etapa adolescente en materia estatuaria. Se le concibe como relleno, no como propuesta estética, cívica, conmemorativa

Un trienio tras otro, a falta de planificación, domina el antojo.

BUZÓN: lopezarriaga21@gmail.com

WEB: http://lopezarriaga.blogspot.com

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