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Carlos López Arriaga – Alternancia pactada

A lo largo del 2017 manejé en esta columna una prospectiva que hoy parece cristalizar. La identidad del abanderado priísta definiría las intenciones reales de ENRIQUE PEÑA NIETO hacia la sucesión presidencial.

Lo escribí varias veces, señalando dos escenarios.

(1) Si el jefe supremo estimaba que su partido aún podría ganar la contienda del 2018, lanzaría de candidato a un político con oficio, bajo la consigna tajante de vencer, al precio que fuera.

En esta tesitura, la decisión favorecería a un hombre como MIGUEL ANGEL OSORIO, CESAR CAMACHO o ERUVIEL ÁVILA.

(2) Si, en cambio, el diagnóstico apuntaba hacia la inevitable derrota, EPN tendría todavía margen para elegir verdugo, dejando crecer al candidato del PAN.

El destape tricolor favorecería entonces a un cuadro de perfil muy técnico, presencia débil y poco oficio, que cumpliría el papel de sparring.

Se induciría la estrategia del “voto útil”, para aglutinar en el polo albiazul a todos los sectores que rechazan a LÓPEZ OBRADOR.

Había varios prospectos con este segundo perfil. El principal era LUIS VIDEGARAY, aunque también PEPE MEADE, AURELIO NUÑO y ENRIQUE DE LA MADRID.

Sobre dicha previsión, llegó la reforma a los estatutos del PRI en septiembre pasado, que abría la puerta a precandidatos externos como MEADE y, con ello, la intención de arriar banderas, entregar la plaza y poner en marcha una nueva alternancia pactada.

Todo en aras de bloquear el ascenso de la izquierda, meta común en las agendas del PRI y el PAN, dos caras hoy de una misma moneda.

No sería la primera vez que azules y tricolores recurren a la ayuda mutua. Ya he recordado aquí el debate de 1994 donde DIEGO FERNÁNDEZ apaleó a CUAUHTEMOC CÁRDENAS para abrir camino a ERNESTO ZEDILLO.

Y al mismo ZEDILLO hundiendo a PANCHO LABASTIDA para que VICENTE FOX se alzara con el triunfo.

También he comentado aquellas llamadas de la maestra GORDILLO a los gobernadores priístas (Tamaulipas incluido) exigiéndoles operar en favor de FELIPE CALDERÓN y contra LÓPEZ OBRADOR, en 2006.

Igual he recordado el proyecto huérfano y perdedor de JOSEFINA VÁZQUEZ MOTA en 2012, que hizo factible la entronización de PEÑA.

Voto útil contra la izquierda, a ratos cede el PAN, luego le toca al PRI. No en balde, el habla popular abunda en consignas como “ayúdame que yo te ayudaré” y “hoy por mí, mañana por ti”.

Insistí sobre el asunto todavía en las recientes columnas del martes 9 de enero (“2018, ¿dos de tres?”) y del viernes 12 (“Heterodoxos, dos”) ya con la tercia de opciones bien definida: AMLO, ANAYA y MEADE.

El desenlace, en vías de consumarse. Si en los primeros días de campaña se confirma que RICARDO está mejor ubicado para enfrentar a LÓPEZ OBRADOR, será necesario que la estrategia común desfonde a PEPE TOÑO.

Tendrá, desde luego, su medalla de bronce, algún premio de consolación, como JOSEFINA y MADRAZO, corredores de relleno ambos.

Aunque la historia es más vieja de lo que se cree. Estamos ante una hermandad de intereses patronales que nos remite a los acuerdos discretos fraguados por liberales y conservadores en la Europa del siglo 19 y luego en Sudamérica durante el siglo 20.

El tema está de moda, por cierto, entre el columnismo nacional, a propósito del estudio realizado por el analista RONALD ANTON para la consultoría electoral CPI Latinoamérica, con el título “Crónica de una alternancia anunciada, el futuro de México, entre LÓPEZ OBRADOR y RICARDO ANAYA.”

Profusión de datos, reflexión sesuda, agudeza en su trama, conclusiones altisonantes, mucho eco en los medios. Nada que los mexicanos no supiéramos desde que encapsulamos el fenómeno en la palabra “PRIAN”.

En efecto, tuvieron que venir de Ecuador a descubrir el hilo negro para que la prensa chilanga reaccionara. La verdad, no es para tanto.

BUZÓN: lopezarriaga21@gmail.com

WEB: http://lopezarriaga.blogspot.com

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