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Martín Sánchez Treviño

El estiaje del 2018 es de los más severos en los últimos 30 años para el sector pecuario y agrícola lo mismo que frutícola, ya que la falta de comida y agua en el caso de los productores de carne provoca abortos en los vientres, la becerrada es sometida a destetes adelantados. La seca de los campos solo se sirve con alimento para las fogatas y el descuido de los fumadores.
En la ganadería el impacto es mayor debido a que el precio del becerro del exportación lo mismo que el ganado de consumo local y nacional, es de los productos que se han depreciado desde finales del 2017 y el 2018 los productores lo iniciaron con una helada temprana, que arraso con la mayoría de la unidades de producción pecuaria.
El becerro de exportación de acuerdo a la última subasta organizada por la Unión Ganadera Regional de Tamaulipas sufrió una de las caídas más bajas, ya que de cotizarse por encima de los 80 pesos de ese tipo de ganado en pie en las primeras subastas, cuyos resultados cayeron casi al 50 por ciento del precio record de los años recientes.
El impacto mayor se debe a que el precio de la libra del becerro de exportación en pie, ha mermado en su precio, debido quizá a la política del cierre de los mercados en Norteamérica. Donde se aplica el mismo rasero para los principales productores de carne de América Latina.
La misma medida aplicaron los mercados norteamericanos a las exportaciones de Brasil y Argentina, lo que hace imposible competir con regiones de eminentemente tropicales propias de los ganaderos brasileños.
Asimismo la preocupación en los estados fronterizos se vuelve más compleja porque además de que la paridad de la moneda es el primero de los retos, ante una cadena de producción compleja. Porque en la zona dorada de la actividad pecuaria como es la costa también la falta de pastizales es recurrente.
Pero sobre todo porque los productores pecuarios de la frontera mexicana carecen de los subsidios que gozan la competencia. Y aun cuando hay expectativas de renovar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, los subsidios decrecieron al extremo de desaparecer conceptos, como el diesel, rasura del Proagro antes Procampo.
Algo similar sucede en la citricultura, donde si bien la naranja como fruta fresca se cotizo, por encima de los mil quinientos pesos la tonelada y alcanzo en los primeros meses del primer trimestre del año el precio que obtenía en el verano.
En realidad los naranjeros, toronjeros pero sobre todo limoneros aunque enviaron a los molinos de la región la mayor parte de su producción, los árboles en producción no se recuperan de la helada lo mismo que del severo estiaje, que mantiene estresada la mayor parte de la población citrícola.
La actividad agrícola es la que difícilmente puede amortiguar el efecto de los mercados, el encarecimiento de insumos y los tiempos adversos del clima pero sobre todo la ausencia de precipitaciones. Y aun cuando se renovará el Tlcan, los agricultores sigue a la cuesta arriba.
Ya que por un lado los combustibles fósiles han triplificado su costo, los incentivos para la comercialización lo mismo que el Proagro se redujo hasta las 30 hectáreas por productor, esto de acuerdo a la normatividad de la Sagarpa 2018.
No obstante que los centros de pronósticos anunciaban un año húmedo y abundantemente llovedor, la precipitación se han desalentado y la temperatura se ha incrementado notablemente.
Hace 25 años los programas emergentes para la sequía se implementaban durante los meses de Mayo a Julio, en espera de la llegada de los temporales de lluvia, pero este 2018, los productores nuevamente recurren a las ventas de pánico, ya que las zona de amortiguamiento como es la costa, también está en emergencia.

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