El profe Paco, un maestro ejemplar

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Por Roberto Aguilar/Fotos Roberto Iván Aguilar

Ciudad Victoria.- Al volante de una combi modelo 1989, el director de la primaria general y profesor Alberto Carrera Torres, Francisco Javier Montelongo Guzmán, cada tarde realiza una labor altruista: Va a sus casas por 25 alumnos para que acudan a clases.

Su trabajo va mucho más allá de ser maestro en el turno matutino. En el turno vespertino es director, da clases a dos grupos, toca puertas para buscar patrocinadores y regalar uniformes, obsequia libros, así como también utiliza su vehículo para ir por alumnos y llevarlos a sus casas.

“Llego a la casa muy cansado, pero al siguiente día amanezco con ánimo y al ver la sonrisa del primer niño que sale corriendo, me vuelvo a motivar”, dice.

El reportero acompañó al “Profe Paco” a su recorrido vespertino por las calles y colonias del sector oriente de Ciudad Victoria. El trayecto de Francisco Montelongo comienza a las 13:00 horas frente al plantel.

La combi devora pavimento por las calles de la capital, mientras el profesor relata cómo surgió la idea de acondicionar su vehículo y trasladar a los alumnos gratuitamente.

Cuando llegó en agosto como director de la primaria, solo contaba con una población entre 8 a 12 alumnos, “viendo ese factor que teníamos, nos pusimos de acuerdo varios maestros y nos dimos a la tarea de buscar más alumnado”.

Una de las propuestas que hizo a los padres de familia fue ayudarlos transportando gratuitamente a los niños, “con el compromiso de llevarlos y traerlos”. El vehículo es suyo y él paga la gasolina de los recorridos.

El primer día de clases tenía 13 niños, “amontonaditos en una camioneta ahí nos veníamos”, recuerda.

Debido a la gran aceptación con nuevos alumnos, ya no cabían, y la solución fue utilizar su combi, “la adaptamos, con ayuda de un compañero intendente del turno matutino, él rápido colocó las banquitas de alrededor”.

En la colonia ampliación Adolfo López Mateos suben los primeros pasajeros: Los hermanitos Flor, Alexis y Ángel, acompañados de Francisco y José Luis.

La tarea frente al volante no es sencilla. “El Profe Paco” ya conoce de memoria su ruta, que dura entre 40 y 50 minutos por varias colonias. En ocasiones él mismo debe caminar e ir por un par de alumnos para cruzar con ellos una calle sujetándolos de sus manos.

También debe estar alerta y usar toda su pericia como conductor para no involucrarse en algún accidente vial.

De pronto, haciendo alto en un semáforo llega una señora y se acerca a la ventanilla: “Don aquí le manda mi esposo para que le eche gasolina y siga haciendo esta labor tan bonita”, le dice, entregándole un billete de cien pesos.

El profesor sorprendido intentó regresar el dinero, pero la señora se retiró en un automóvil, “es la primera vez que me ocurre algo así”, comenta.

Para entonces la combi ya va repleta. Las sonrisas de los niños y sus ocurrencias hacen agradable el viaje, “yo quiero ser futbolista”, “yo veterinario”, “me gustaría ser criminólogo”, opinan varios.

A bordo viajan historias de alegría y de drama, de adversidad y de esfuerzo. Como los hermanitos que ahora viven con su abuelita luego de una tragedia familiar. Sin el apoyo del profesor muchos niños difícilmente seguirían estudiando.

Contentos llegan a la escuela y Montelongo da clases a los grupos de primero y segundo grado. A simple vista se observa que a la mayoría les gusta aprender. Interactúa con ellos, da instrucciones y hace preguntas.

A la hora del recreo continúa con la entrevista. Se refiere a los 65 alumnos que ahora tienen, “tal vez va a decir mucha gente que son muy pocos, pero esa cantidad nos ha costado sudor y mucho esfuerzo tenerlos aquí en la escuela”.

Muchos son de condiciones socioeconómicas adversas, por ello, ante las necesidades, “nos dimos a la tarea de ofrecer uniformes gratuitos, no se cobran cuotas escolares y teníamos algunos libros escolares y también se les regaló”.

¿Qué significa esto que hace en su profesión?

“Es algo muy satisfactorio, esto es algo extra que nunca me pasó por la mente hacer pero gracias a Dios lo estamos haciendo por el bien de los niños. Esto los marcará para bien, saldrá algo muy positivo con ellos y serán gente productiva”, responde.

Por la buena obra que realiza, entre los padres de familia cada vez crece más el respeto y la admiración hacia el director.

Una compañera de trabajo, Yoliria Elizabeth Zapata González, siguió su ejemplo y también traslada en su camioneta un promedio de 13 niños diariamente.

¿Qué opina de la actividad del director?

“Para mí es una bonita labor lo que él hace porque los niños son de escasos recursos. No hay manera de que un micro llegue hasta aquí, los dejaría en el libramiento y sería muy peligroso cruzar de aquel extremo a este extremo”.

Por último, Zapata hace una invitación: “A quienes se quieran unir como patrocinadores les pido que se comuniquen con nosotros y nos ayuden a sacar adelante la escuela”.

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