Por Roberto Aguilar Grimaldo
Ciudad Victoria.- Los locatarios del Mercado Argüelles se “armaron” con gel, caretas, cubrebocas y pistolas termómetros para dar la batalla al coronavirus.
La historia de este legendario sitio se remonta al 16 de julio de 1907 cuando se inauguró con el nombre de Parián. Desde entonces ha sido un lugar pintoresco, con el ir y venir de la gente de toda la región.
El Argüelles ha sobrevivido a dos incendios, y como dice don José, “vivimos tiempos muy difíciles, pero estamos luchando y vamos a vencer al Covid”.
El 1 de junio los comerciantes habían visto una luz al final del túnel, porque las autoridades estatales comenzaron a reactivar de forma gradual las actividades económicas.
Pero el anuncio del gobierno federal provocó que la gente saliera en gran número a las calles, las cifras de personas contagiadas se multiplicaron y de nueva cuenta el Consejo Estatal de Seguridad en Salud endureció las restricciones en 8 municipios, entre ellos Ciudad Victoria.
Aunque el Mercado Argüelles resintió la medida, con decenas de cortinas de metal que tuvieron que bajarse (al vender productos no esenciales), sigue uno de los sitios con mayor concentración de clientela.
Los dueños de las fruterías, carnicerías y locales de venta de jugos redoblaron esfuerzos y han incorporado el uso de cubrebocas entre los empleados, caretas y gel antibacterial para los clientes.
El dirigente de la Unión de Locatarios, Fernando Tovar, explica que incrementaron los filtros sanitarios en los accesos del mercado, “verificamos que los clientes porten cubrebocas, se les checa la temperatura y les ofrecemos gel”, comentó.
Agregó que en todos los locales abiertos reglamentariamente han colocado señalamientos, donde indican la sana distancia.
También se observan otros letreros, “Por disposición de las autoridades, el uso de cubrebocas es obligatorio para ingresar”, indica uno; “Entrada, obligatorio cubrebocas”, dice otro.
Tovar asegura que todos los comerciantes están haciendo un esfuerzo voluntario para cumplir con las medidas que les pide la Coepris.
“Se busca generar confianza entre la clientela”, añade.
En el pasillo que se ubica por la calle Hidalgo está ubicada una larga cortina sanitizante, por donde todo el público pude pasar.
Y a unos metros, en una de las fruterías más visitadas se observa a tres empleadas utilizando cubrebocas y caretas.
Pero a pesar de todas las acciones que se han implementado, la gran concentración de personas origina temor en algunos visitantes, como doña María de los Ángeles Ruiz, quien comenta, “me armé de valor y hoy vine de compras, todo está bien pero he visto a algunos clientes que no usan cubrebocas o señoras que lo traen en el cuello, en lugar de colocárselo de forma correcta”.
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