Pedro, el exsoldado salvadoreño que tenía dos días detenido y murió en el incendio en México

El Mundo Off 49

AGENCIAS

EL SALVADOR.- La madre de José Pedro Rivera, uno de los migrantes víctimas del incendio en las bartolinas en un centro de detención migratorio de Ciudad Juárez, México, ocurrido el pasado 27 de marzo, viajó el lunes desde Chalatenango a ese país para reconocer el cuerpo de su hijo.

No obstante que su nombre ha sido divulgado como una de las víctimas mortales, algunos familiares en Nueva Trinidad Chalatenango, se aferran a la esperanza de un milagro: que no esté muerto, aunque al mismo tiempo creen que es casi imposible.

Pedro salió de su casa en la madrugada del pasado 3 de marzo; con él iba José Armando Rivera Muñoz, su hermano por parte de papá, aunque este residía en San Simón, un poblado del departamento de Atlántida, en Honduras, pueblo cercano a Nueva Trinidad.

A José Armando, las autoridades mexicanas lo contaban entre los muertos, su nombre circuló en la nómina de fallecidos pero afortunadamente se habían equivocado: nomas estaba hospitalizado, con graves daños en sus pulmones luego de haber inhalado mucho humo, según les ha comentado a sus parientes de Nueva Trinidad.

José Armando ha narrado cómo fueron los últimos minutos que vivió con Pedro, encerrados en las celdas de Migración. Él les ha dicho que echó mano de una chaqueta para taparse la boca y nariz y así logró sobrevivir. Pedro, entre tanto, fue el primero en correr al baño en busca de agua.

Joven apreciado en el pueblo

De acuerdo con familiares, desde que se supo la tragedia de Pedro, todos los días llega gente a mostrarles su pesar. Y es que según cuentan, no solo familiares, Pedro era muy apreciado en Nueva Trinidad por su buen comportamiento y su espíritu de servicio.

El alcalde de ese municipio, Reynaldo Dubón Rivera, mostró sus condolencias a la familia por la muerte del joven.

En ese pueblo, situado a 115 kilómetros al norte de la capital salvadoreña, muchos recuerdan a Pedro tocando en el grupo de batucada que hay en la comunidad, mientras realizaba sus estudios.

Después de terminar el bachillerato, Pedro decidió enlistarse en el Ejército y se fue a presentar a la Cuarta Brigada de Infantería, con sede en el municipio de El Paraíso, siempre en el departamento de Chalatenango.

Como militar trabajó poco más de cuatro años, según cuentan sus familiares, pero en octubre del año anterior decidió salirse de la Fuerza Armada.

De acuerdo con familiares, según él les contaba, se salió porque lo mandaban muy lejos a trabajar como parte de las fuerzas destinadas a ejecutar la fase 5 del Plan Control Territorial.

Sin embargo, otros familiares aseguran que otra de las razones para pedir la baja del Ejército fue porque no le gustaba ver a madres llorando y suplicando para que no les capturaran a los hijos.

Como soldado, en términos salariales, Pedro ganaba aproximadamente 700 dólares en promedio mensual, con un sueldo base de poco más de 200 dólares, más un bono mensual de 200 para alimentación y otro bono mensual de 200.

Además de esos dos bonos, le daban, como a todos los militares empeñados en el Plan Control Territorial, un bono trimestral de 400 dólares, es decir, 1,600 al año en total, según fuentes militares.

Los amigos le pagaron el viaje

Al salirse del Ejército, Pedro buscó trabajo en la comunidad. Consiguió uno en un proyecto municipal que consistía en reparar la calle principal, pero no le pareció el salario.

De acuerdo con familiares, trabajaba desde las 6:00 a.m. hasta las 5:00 p.m. por once dólares diarios.

De pronto, un hermano que hace un año se fue a Estados Unidos y varios amigos lo conminaron para que se fuera hacia allá. Entre varios reunieron el dinero para pagarle el viaje, que inició el 3 de marzo.

Durante todo el trayecto, Pedro mantuvo comunicación con sus familiares. El viernes 24, en la comunicación acostumbrada les dijo que lo habían agarrado la migración de México, pero que todo estaba bien.

En la llamada del sábado 25 de marzo, reiteró que estaba detenido pero que se encontraba bien y que le habían dicho que lo regresarían a Guatemala.

El domingo fue la última llamada que hizo a su familia. Les dijo que le estaban exigiendo que pagara un abogado para que pudiera pasar a Estados Unidos.

Ante la propuesta de ver si podían pagar ese abogado, propuesta que le hicieron mientras estaba detenido en las instalaciones del Instituto Nacional de Migración en Ciudad Juárez, en la frontera con Estados Unidos, Pedro les dijo que no se preocuparan, que esperaría a que lo devolvieran a Guatemala y que desde allí haría otro intento.

Hasta ayer en la tarde, la madre de Pedro no se había podido comunicar con los suyos en Nueva Trinidad para confirmarles la suerte de su hijo.

Noticias relacionadas