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Carlos López Arriaga – Decálogo entre nubarrones

La oferta educativa de MORENA dada a conocer este sábado en San Pablo Guelatao, Oaxaca, refleja con gran nitidez esas dos naturalezas antagónicas que habitan en una misma persona de nombre ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR.

Mixtura de propósitos generosos y posturas extravagantes. El decálogo fue presentado en sociedad durante un evento masivo donde trabajadores del SNTE y la CNTE participaron como organizadores y público. Orquestando arriba y aplaudiendo abajo.

Diez mandamientos, en efecto, donde el ANDRÉS MANUEL lúcido y sensible se entremezcla con ese otro LÓPEZ OBRADOR terco y caprichoso que predica y opera en base a ocurrencias.

En el primer caso, el del candidato razonable y bien plantado, se ubicarían los propósitos 1, 5, 7, 8 y 10, encaminados hacia metas viables y loables.

Por principio, merecería el apoyo y el mejor de los aplausos un gobierno que logre (punto 1) “fortalecer la educación pública, gratuita y de calidad en todos los niveles escolares.”

Y, en efecto, resulta necesario (punto 5) “fortalecer a las escuelas normales y a la Universidad Pedagógica Nacional para actualizar métodos de enseñanza y aprendizaje y mejorar la calidad de la educación”.

También se observa plausible (punto 7) su dicho de “elaborar conjuntamente con los maestros, padres de familia, con pedagogos, especialistas, un plan educativo que mejore de verdad la calidad de la enseñanza sin afectar los derechos laborales del magisterio.”

En el mismo tenor, se escucha congruente (punto 8) el respeto a la independencia de los trabajadores educativos, para que el gobierno no intervenga en la vida interna de sus organizaciones y garantice la plena democracia sindical.

Por igual se antoja atractiva la propuesta (punto 10) de eliminar las cuotas escolares para que el gobierno asuma la responsabilidad de proporcionar mantenimiento a los planteles, destinando el presupuesto suficiente. Hasta aquí vamos bien.

CLAROSCUROS

El lado incierto de dicho decálogo asoma en los mandamientos 2, 3, 4, 6 y 9, plagados (en mayor o menor medida) de incongruencias.

La del punto 2, porque no representa novedad alguna el prometer “alimentación en todas las escuelas de educación básica de las zonas pobres y marginadas del país”, si recordamos la muy antigua tradición institucional de los desayunos escolares.

AMLO tendría que especificar la diferencia entre su plan y los programas similares desarrollados por décadas bajo gobiernos priístas y luego adoptados en administraciones del PAN y otros partidos, incluyendo el PRD.

¿Cobertura, frecuencia, cantidad, contenido nutricional?, vaya usted a saber, pero la idea es presentada con la felicidad de quien anuncia entre trompetas el portentoso descubrimiento del agua tibia.

En el inciso 3 habla de otorgar “una beca mensual para evitar la deserción escolar” a todos los estudiantes de preparatoria o nivel medio superior. Ande usted.

El planteamiento emplea la palabra “todos”, no precisa nivel de ingresos en sus destinatarios, ni siquiera aclara si dicha beca estará supeditada a resultados (mínimos de calificación) o, por lo menos, la aprobación del ciclo escolar (año, semestre, tetramestre).

Por el mismo rumbo va el punto 4 donde establece que habría una beca de 2 mil 400 pesos mensuales para estudiantes universitarios de escasos recursos. Gesto que parece disfrutar intensamente siempre que lo anuncia. Regalar, a puños, dinero del contribuyente.

Las dudas son las mismas: ¿Si el alumno reprueba le sostendrán la beca?, o bien, ¿cuántas materias tendrá que reprobar antes de perder dicha ayuda?, ¿puede eternizarse como fósil y seguir cobrando?

En este mismo inciso cuarto, el candidato asegura tajantemente que “no habrá rechazados”. Promete así, garantizar el 100% de la inscripción a todos los jóvenes que quieran entrar a las universidades.

Pero se equivoca ANDRÉS MANUEL en el diagnóstico si cree que las universidades rechazan a sus solicitantes únicamente por falta de cupo o de dinero para pagar las cuotas.

Igual ocurre porque reprueban el examen de admisión. Resulta entonces escalofriante su propuesta de eliminar el control de calidad como filtro obligado entre los estudiantes de nuevo ingreso.

Sin los conocimientos y aptitudes necesarios, resulta una verdadera aberración abrir la puerta a cualquiera que porte un papelito donde acredite haber cursado preparatoria (o equivalente).

Tampoco explica el tabasqueño de qué método se valdrá para que las universidades (en su mayoría, autónomas, incluyendo la UNAM) acaten dicha disposición, en automático. ¿Por ósmosis?, ¿varita mágica?

Siendo instituciones donde (por antonomasia) reside el pensamiento crítico, ¿cómo hará para que obedezcan sin chistar y qué medidas tomará en caso de que se opongan o, sencillamente, desoigan sus propuestas?

DICHOS Y HECHOS

En cuanto al punto 6, a nadie sorprende el que reincida en su oferta de cancelar la reforma educativa. El asombro nace cuando promete enviar desde el inicio de su gobierno las correspondientes iniciativas de reformas.

Y ello porque en una reciente entrevista televisiva (el programa Tercer Grado) había asegurado de manera categórica que no promovería nuevas leyes ni cambios a la Carta Magna en sus primeros tres años de gobierno.

Solo que (ojo) el echar abajo la referida reforma docente (como ahora lo reconfirma) exigiría la aprobación de cambios constitucionales.

Ahí mismo, en el sexto mandato de su decálogo, ofrece justicia a los trabajadores “cesados injustamente”, a “presos políticos” y “víctimas de la violencia”.

Hábil gancho de venta, pensado en una audiencia concreta. Digamos que tiene todo el aspecto y empaque de un mensaje para consumo local. Es diestro el hombre en esos tiros de precisión.

Bástenos recordar que LÓPEZ OBRADOR ha encontrado serias dificultades para ser admitido entre grupos radicales como la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) que controlan, con la CNTE, al magisterio en dicho estado.

A ellos van dirigidas las promesas de (1) reinstalar a profesores cesados, que en realidad eran aviadores y comisionados cobrando sin trabajar y (2) liberar a presuntos “presos políticos”, muchos de ellos responsables de delitos comunes (y nada políticos) como tomar carreteras, quemar autobuses y vandalizar oficinas públicas.

Pero así es ANDRÉS MANUEL, el candidato líder en las encuestas, al que 18 años de ataques parecen haberlo inmunizado contra toda crítica y le han formado una coraza impenetrable.

El señor perseverancia que hoy marcha por la República como domador y franquiciario del mítico tigre mexicano, representación de la furia popular, vieja pesadilla entre las élites desde tiempos de PORFIRIO DÍAZ.

Predador feroz al que AMLO promete serenar si gana el próximo julio o bien dejarlo suelto, si los resultados oficiales le son desfavorables. Por sí o por no, el miedo es real.

BUZÓN: lopezarriaga21@gmail.com

WEB: http://lopezarriaga.blogspot.com

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