La Pared

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El ser humano vive para ser feliz, pero, hay diferentes formas para serlo. Hay quienes son felices con lo que tienen y hay quienes necesitan y buscan (como la película de Will Smith) motivaciones e incentivos para lograr la felicidad.

El deporte del futbol, mundialmente es el más seguido y quizá el más practicado, por lo tanto, a mi consideración lo pondría como un motivador “natural” para practicarlo (jugarlo) ya que motiva e incita a las personas y sobretodo a los niños a desear ser futbolistas.

La parte que más motiva en el futbol, son las historias detrás de los jugadores, historias marcadas por el éxito, al final, pero con un recorrido sinuoso, áspero, difícil, en ocasiones, muchas, surgidas de algún lugar del mundo que pareciera “para los creyentes”, olvidados por Dios.

Los futbolistas exitosos, son reconocidos cuando lograron grandes gestas deportivas, rompieron algún récord, o simplemente fueron los mejores (campeones). Pero lo más importante, y por lo que serán recordados es, “por lo que inspiran”, lo que hay detrás de ese campeón, de ese jugador comparado con guerreros antiguos, ese competidor excepcional que motiva a la próxima generación a querer ser futbolistas.

Todo lo anterior mencionado, solo es el “click”, esa sensación que da al niño o la niña a decir “yo quiero jugar futbol”. Es ese pellizco en alguna parte del cuerpo que te dispara a salir de donde estés para buscar un balón de futbol o una pelota, y querer ser por un instante, el futbolista predilecto o el que esté de moda.

En este contexto, toma relevancia el siguiente paso después de adquirir el gusto por ser futbolista, y es, el de aprender a jugar futbol.

Ese paso donde el entrenador toma gran importancia, ya que toda su preparación, todo su conocimiento y toda su actitud estará puesta en que ese niño aprenda a jugar futbol.

El futbol es un constante proceso de mejora y superación, el futbol es el clásico “quiero más” y pareciera que es interminable la evolución de un futbolista.

Desde que inicia su proceso de formación, un niño adquiere lo básico, pero, lo que provoca el “concepto de la superación”, es la competencia. Ahí, el siguiente en relevancia, es el rival. Cada que eres vencido por un compañero en un entrenamiento, o por un adversario en el juego de competencia oficial, esos son los principales empujones que recibe el niño o la niña para ser mejor.

Un rival que te derrota, contribuye con su esfuerzo y capacidades para motivarte, y lo más importante, te inspira. Esa rivalidad sana, provoca crecimiento y proyecta a su máxima expresión el “espíritu de competencia”.

Los desafíos para los futbolistas son constantes, cada entrenamiento, cada partido, cada lesión, cada recuperación, cada tratamiento, y a pesar de todo, siempre existe la posibilidad de perder o ganar. Pero la competencia nunca es seguro ganarla, por eso se tiene que atender por parte del entrenador el más mínimo detalle de formación, para obtener la victoria.

Una parte esencial del “concepto de la superación”, es adquirir la capacidad de trabajar y jugar en equipo. En este apartado se acentúan los valores y, si como entrenador deseas y quieres que un futbolista haga suyo el concepto, jamás deberás endulzar el aprendizaje del futbol.

En el proceso formativo, el futbolista recauda aprendizaje, valores, actitudes, un cúmulo de sensaciones por el contacto competitivo con sus similares, que origina el concepto de la superación día a día, semana a semana, torneo a torneo, y todo para qué, para que el futbolista sea mejor y sea feliz.

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