La Pared

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Ricardo Hernández

Para los que hemos tenido la fortuna de estar dentro del medio del fútbol, en el área que sea y en el puesto que sea, nos resulta más fácil adquirir empatía con las sensaciones, emociones, sentimientos y hasta pensamientos que los involucrados en una institución que uno quiere y hasta ama, padecen en las buenas y las malas.

Vivir un partido bien jugado y ganarlo, un partido bien jugado y empatarlo o perderlo, vivir un partido mal jugado y aún así ganarlo, y también jugar muy mal y recibir una pesada “manita” (5-0) en contra y las mentadas, rechiflas, abucheos del aficionado en la grada, es difícil digerirlo.

Hablo de la empatía porque estoy seguro que hoy, muchos de los jugadores y Cuerpo Técnico del Club de Fútbol Correcaminos de Ciudad Victoria, salvo algunas excepciones, se sienten con una gran frustración, falta de motivación y una alta dosis de amargura por la actualidad que sufre el equipo. No necesariamente por identidad con este, simplemente por el orgullo y el amor propio que se puede tener por la profesión y la pasión por el deporte que se practica (jugadores) y se gestiona (directivos).

Esa empatía de la que hablo, difícilmente el aficionado la tiene, el aficionado es conocedor hasta donde el marcador final del partido se lo permite y la tabla de posiciones. En pocas palabras, si se gana es bueno, si se empata es regular y si se pierde es malo.

Los matices de un club de futbol, esos claroscuros de un torneo o temporada, solo lo vive el equipo (jugadores y CT). Solo ellos saben la dimensión de la victoria, de la derrota, de la lesión de un compañero, de su recuperación, de un logro individual, de la pérdida de un ser querido de un compañero, infinidad de situaciones que pasan y afectan en poco o mucho el estatus emocional del equipo.

Todo esto lo menciono, no para justificar el desempeño de Correcaminos en los últimos tres torneos, todos sabemos que el fútbol profesional es de resultados, pocas veces se respetan procesos por formas de juego, porque agrada a la tribuna la idea futbolística o el modelo implementado en cancha.

Correcaminos representa al día de hoy, un proyecto fallido, un fracaso.

Un amigo muy querido y ya fallecido, me dijo, en este club, “lo periférico no cuenta y no vale mientras el equipo no camine en las estadísticas, los resultados mandan”.

Mientras el club no encuentre la armonía de un Cuerpo Técnico con una sólida base de jugadores para lograr un buen desempeño, ni las fuerzas basicas, ni las academias, ni la labor social, ni la remodelación del estadio y Cefor, ni el cambio de imagen (himno, escudo, uniforme, etc.) habrán valido la pena.

Hoy Correcaminos vive una actualidad que rebasa la clásica decisión de “correr al DT” de cortar la cabeza del técnico para justificar errores. Correcaminos desde su cúpula requiere de un plan, reforzar fortalezas, recuperar el entusiasmo de los más desmotivados, recuperar la confianza y la autoestima individual y colectiva, implicar a todos los involucrados a cooperar para recuperar la identidad, es la única forma de volver a ver el Marte R. Gómez con gradas llenas.

Hoy, el Club de Fútbol Correcaminos UAT realmente necesita ayuda profesional.

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