La Pared

Editoriales 0 109

Ricardo Hernández

En los últimos años de trabajo y de mi vida, he estado más cerca del fútbol formativo, base, básico, fundamental, puro o como quiera usted denominarle.

Dentro de este medio y a este nivel, he visto y vivido infinidad de situaciones donde, el común denominador es la deslealtad, que en alguna de sus definiciones se marca como “traicion a los principios, a personas, a un país, etc”. En términos médicos, la deslealtad es una patología futbolística.

Bueno, para que se entienda de mejor manera, un ejemplo claro de deslealtad es, cuando un entrenador campeón, de manera ventajosa, para reforzar su equipo después de una eliminatoria, “brinca” a entrenadores de los equipos que enfrentó para persuadir (invitar) a sus jugadores a participar de manera “selectiva” en el siguiente torneo clasificatorio. Es una práctica común, pero con alta dosis de deslealtad, ya que se puede asemejar al robo de jugadores utilizando diferentes artes (mañas) de persuasión.

En el futbol formativo tanto amateur como profesional, existe mucha deslealtad, pero también existen códigos de ética y de lealtad no escritos que parten de los valores individuales de las personas, estos códigos nos llevan a ser lo mayormente correctos en las formas, peticiones, protocolos y acciones dentro de cualquier nivel o categoría futbolística. Esto que menciono si se llevara a la realidad, que pocas veces sucede, sería el verdadero “Pacto de caballeros”.

Todo esto que les comento me llevó a un recuerdo personal que tengo en otro deporte, hace varios años, en los 90’s viví una bonita anécdota desbordada de humildad, ya que me encontré jugando una final municipal de basquetbol en Ciudad Victoria representando al CBTIS 24, enfrentándonos a la secundaria Federalizada, éramos amplios favoritos, el día no fue el mejor para competir, recuerdo hacía mucho frío ese día y para los que saben, el gimnasio del complejo Adolfo Ruiz Cortinez en tiempo de frío se volvía un congelador, no es pretexto así sucedió. A pesar del favoritismo que teníamos el CBTIS 24, perdimos contra la secundaria, por cómo jugamos no merecíamos ganar y ser campeones. Aquí viene lo bonito del deporte, al final del partido el entrenador de la secundaria federalizada, el profesor Hermelando Cervantes se acercó a nuestro entrenador Rafael Moreno Portillo y le expresó las siguientes palabras “profesor Moreno, mis respetos para usted y su equipo, con toda sinceridad no esperaba este resultado, como usted sabe, este campeonato nos manda a participar en el estatal de basquetbol y honestamente no tengo un equipo fuerte para competir, respetuosamente con su permiso todos sus jugadores son bienvenidos o los que usted considere me pueden aportar su talento para preparar una selección digna que represente a Victoria”.

Las palabras del profesor Hermelando las tengo guardadas con cariño y respeto ya que yo fui uno de sus seleccionados para el estatal, teniendo una muy digna participación, siendo subcampeones estatales en Tamaulipas. Hoy y desde hace algunos años estoy involucrado en el futbol y el recuerdo de esa anécdota la sigo como parte de mi trabajo y que, en el ejemplo que les comenté párrafos arriba, a los entrenadores, sus jugadores no se los pidieron respetuosamente ni de manera humilde.

Al buen entendedor pocas palabras, las formas importan, la personalidad importa, y creo que los valores de mayor presencia en una persona que queda en la memoria de los demás son el respeto, la humildad y la honestidad.

El deporte debe contribuir a la formación de la integridad de una persona, y los valores en el deporte, cuando se expresan, llegan a ser “caricias que se convierten en cicatrices para la eternidad”.

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